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Confiar en tu dentista

Confiar en el dentista hoy en día parece algo sencillo. Los medios de comunicación generan en el consumidor una respuesta natural de confianza, pero se trata de una sensación «publicitaria«, una falsa confianza, que no está basada en hechos. Confiar en una persona no es algo sencillo, por lo que tampoco es tan simple confiar en un dentista.

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Confianza y relación médico-paciente

La palabra «confianza» está sin duda demasiado utilizada y, de tanto uso, ha llegado a desvalorizarse, perdiendo así su verdadero significado. Sin embargo, como profesional, me gusta pensar que ser «el dentista de confianza» de algunos de los pacientes a los que trato, es algo que tiene mucho más valor del que podría parecer. Para un dentista, saber que un paciente confía en ti, te permite realizar los diagnósticos y tratamientos de una manera más sosegada, sin estrés ni cortapisas, y por ende, de mejor calidad. Más aún, la relación médico-enfermo se basa en la confianza y ésta a su vez, en la ética. Pero cuando hablamos de confianza, siempre nos referimos a una confianza informada. Para nosotros, que un paciente confíe en su dentista no significa que acepta, con «la fe del carbonero» todo lo que el profesional le propone. Ni mucho menos. Para el paciente, confiar en el dentista significa tomar una decisión informada, y tomarla conjuntamente con él. A su vez, el profesional debe mediatizar de una manera moral, esa decisión del paciente. Ni sobre-tratamientos, ni tratamientos «defensivos», ni llevar al paciente al tratamiento que más le pueda convenir al dentista. El mejor servicio al paciente es nuestra razón de ser y la base de su confianza.

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Antes de la confianza: la primera visita

En una primera visita, cuando vemos a un paciente por primera vez, sabemos que el paciente a priori no tiene por qué confiar en nosotros y que, paso a paso, debemos ganarnos esa confianza a través de la relación terapéutica. Cuando lo conseguimos, se sientan las bases de esa relación, que va a permitir afrontar con éxito el tratamiento.

Pero antes de conseguirlo, ambas partes deben manejarse en una sensación de incertidumbre, en un cierto margen de inseguridad, y esto puede expresarse de modos muy distintos según la personalidad de cada uno. En mi caso, para abordar esa situacion de contacto inicial con un paciente, me apoyo en darle el máximo de información posible, no sólo de cómo se realizan los tratamientos, sino incluso del mismo proceso diagnóstico por el que llegamos a indicar un tratamiento u otro.

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Por parte del paciente, cuando confía en el profesional que le va a tratar, alcanza un estado de sosiego, que es el óptimo para adoptar las decisiones más adecuadas sobre su salud oral. Así también, el procedimiento terapéutico necesario se inicia con tranquilidad, ¡sensación siempre interesante en ese difícil momento!

La confianza, una parte del tratamiento

Pero, además de los estados mentales de paciente y profesional  implicados en una situacion de confianza mutua, la confianza en sí misma es ya una parte del tratamiento.
La salud oral no es un momento dado en el tiempo de una persona. No se consigue con un tratamiento puntual. La salud es un proceso dinámico y continuado en el tiempo. Por ello, es sumamente importante que el dentista de confianza sea el dentista que hace el seguimiento, en el tiempo, de tu salud oral. En muchas ocasiones, la correcta indicación de un tratamiento, no depende tanto de la presencia o no de patología en un momento dado, sino de la evolución de esa patología a lo largo del tiempo y en ese paciente en concreto.

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Por ejemplo, cuando detectamos una caries, y esta no profundiza mucho en el diente, bien se puede indicar ya el tratamiento, mediante la realizacion de una obturación (empaste), o bien se puede indicar su observación periódica. Así veremos la evolucion de esa caries, y tomaremos la decisión de tratar o no, en base a dicha evolución. A veces, las patologías pueden ser leves y crónicas y no perjudiciales a largo plazo. En algunos casos bien puede ser más beneficiosa para el paciente la actitud observacionista que la intervención inmediata.

La única manera de obtener este servicio odontológico es contar con un dentista de confianza. Aqui es cuando la palabra empieza a adquirir su auténtico significado y a la altura del contexto. Por eso, no podemos estar de acuerdo con la mercantilización del servicio odontológico, reducido a un objeto de cambio, manipulado por la publicidad y manoseado por la competencia de las rebajas. Por eso decimos rotundamente:

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