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21 días en Odontología

¡Ya no aguanto más! Hace días que os quiero contar un artículo que he leído, que me ha sido revelador, me ha explicado la causa de algunos fracasos al colocar algunas prótesis en la consulta dental.

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El primer fracaso fue hace mas de 30 años. Vino una mujer joven, con menos de 40 años a colocarse una prótesis completa superior e inferior nuevas. No recuerdo ahora si porque las suyas estaban desgastadas o porque no le gustaba las que llevaba… Le hicimos las prótesis con amoroso primor, eligiendo la forma de los dientes, el tamaño, haciendo pruebas de todo tipo… Y cuál sería nuestra decepción que al día siguiente de la colocación vino, las dejó sobre el mostrador de la consulta y se fue.

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Otro fracaso es más reciente, de este año que ha terminado. Toda las personas implicadas en el proceso de evaluación estética estuvimos motivadas, dando opiniones para mejorar la apariencia facial y de la sonrisa de la mujer. Se colocó un viernes. El lunes siguiente, volvió a pedir que le pusiéramos la provisional que había estado llevando durante los meses que precedieron a la colocación final. ¡Yo personalmente me sentí rabiosa! Había intervenido en las decisiones y estaba muy satisfecha del resultado: la mujer estaba rejuvenecida, las comisuras labiales estaban atenuadas y elevadas, el volumen labial resultaba en un perfil y un frente armónicos con el mentón y la nariz. Por lo visto, la paciente no estaba preparada para esta posibilidad que se materializó en una nueva protesis definitiva menos ambiciosa a nivel estético.

Pero, ¿qué había pasado?

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La clave está en los 21 días imprescindibles de adaptación y de integración del cambio. Algo que el cirujano plástico Dr. Maxwell Maltz descubrió en la década de los años 50 cuando se dio cuenta del patrón que seguían sus pacientes. Al modificarles un rasgo de la cara, les llevaba un mínimo de 21 días acostumbrarse al nuevo aspecto: “que una imagen mental establecida desaparezca, y cuaje una nueva” en su libro Psicocibernética que se publicó en 1960 y que ha tenido ventas millonarias.

¡¡¡Eureka!!! Ese es el »quid» de la cuestión. Hablemos con nuestros pacientes sobre los 21 dias, expliquémosles antes de cambiar lo que les puede pasar y lo conveniente de mantener las primeras sensaciones a raya hasta haber pasado ese tiempo de adaptación.

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Por supuesto no estoy hablando de dolor, dificultad en la masticación o rozaduras. Estoy hablando sólo de estética, decírselo antes de empezar, decírselo hasta que ellos lo tengan asimilado, decírselo hasta que hagan insight y digan: «Sí es verdad, esto me pasa muchas veces cuando empiezo a hacer algo nuevo, cuando cambio la alimentación, cuando empiezo a ir a un nuevo trabajo…» Es importante que el paciente reconozca ese patrón funcionante en sus mentes y ese es el momento de “iluminación”.

Nuestro error era creer que por estar mas guapos los pacientes van a poder aceptar ese cambio, pero la realidad es que necesitan ese mínimo tiempo de 21 días para integrar el cambio psicológicamente hablando.

Al enterarme del rechazo de la prótesis por parte de la paciente, yo me enfurecí bastante pues toda la energía depositada en ella, se esfumaba en vano. Ahora, tras haber leído este artículo, tengo una visión algo más amplia de la situación y empiezo a entender que el paciente necesita un tiempo.

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El articulo en cuestión iba más enfocado al coaching para cambios de vida. Salió publicado en el País y escrito por Maria Talavera. Es muy interesante de leer, y muy recomendable ampliarlo con los datos bibliográficos que aporta; yo sólo he querido escoger lo que a nuestra profesión le compete.

¡Ya está dicho! ¿A que valía la pena que esta mañana de domingo me pusiera a las 8 a escribir esta entrada? Buen domingo y ya sabes, ¡21 días para cambiar!.

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